Es la más grande y la única isla habitada de la Costa Blanca. Merece una jornada completa e incluso pasar la noche para ver la puesta del sol en una localización envidiable, pero antes de repasar qué ver en Tabarca te damos unas pinceladas de la historia de la isla.
Las investigaciones históricas apuntan a que los griegos la llamaron Planesia (Estrabón la definió como isla peligrosa), aunque en época medieval recibió el nombre de San Pablo. En la isla han aparecido restos romanos como pecios y ánforas que indican que estuvo habitada por entonces, pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII cuando se volvió a habitar.
Fueron unas 300 personas las que se instalaron en la isla procedentes de diferentes lugares, y con el objetivo de aprovechar su posición estratégica como defensa. A los colonos les fueron asignadas casas y se les concedieron privilegios como la exención del servicio de armas y del pago de impuestos.
Si te alojas en nuestro camping, la mejor opción para ir a Tabarca es Alicante, que está a poco más de media hora en coche. Desde allí podéis tomar un ferry con una de las navieras que cubren el trayecto, y estar en la isla en una hora aproximadamente. El billete cuesta unos 20 euros por persona.
Otras opciones para llegar son Santa Pola, Benidorm y Valencia. Si eres más de coche que de barco, el trayecto más corto por mar será desde Santa Pola.
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Lugares que ver en Tabarca
La isla ha ido perdiendo habitantes a lo largo de los años, y a día de hoy solo viven medio centenar de personas. Se dedican a la pesca y al turismo, dado que la isla recibe hasta 3000 visitantes diarios en verano, todos ellos atraídos por los lugares de interés de Tabarca. Los repasamos:
Un paseo por la muralla
Recorrer el perímetro de la muralla es obligatorio al viajar a Tabarca, aunque cabe mencionar que la totalidad del pueblo es Conjunto Histórico-Artístico desde 1964.
Recorre parte del perímetro de la isla, el de la parte habitada, y está hecha de piedra. Pese a que hay tramos algo deteriorados y las almenas ya no están, en época reciente se han hecho trabajos de rehabilitación para recuperarla.
El paseo también servirá para contemplar sus puertas, todas ellas de estilo barroco.
Puerta de Levante
Es la que conecta el puerto con el pueblo, y se sitúa al este. También se le llama Puerta de San Rafael.
Puerta de Trancada
Está en el oeste y da acceso a una antigua cantera de la que se extrajo piedra para las diferentes construcciones de Tabarca. En sus inmediaciones se encontraron restos romanos, en concreto, de enterramientos y vertederos. También se la llama Puerta de San Gabriel.
Puerta de Tierra
Es la más pequeña de las tres, y por ella se llega desde el pueblo a una cala donde estaba el antiguo puerto. Se la llama también puerta de Alicante o de San Miguel.
Iglesia de San Pedro y San Pablo
Sus orígenes son anteriores a la segunda mitad del siglo XVIII, coincidiendo con la llegada de los colonos. Ya por entonces existía una pequeña capilla que luego se amplió.
Su estructura es de nave única con capillas laterales, y bajo el suelo hay bóvedas con enterramientos. La fachada es de inspiración barroca.
Faro
La visita al faro merece la pena no por este en sí mismo, que también, sino por el paseo. Tabarca se divide en dos terrenos de tierra separados por un istmo, una lengua de tierra a cuyos lados se extienden la playa y el puerto. Uno de estos dos terrenos es el que está habitado, y donde se encuentran los lugares de interés que te hemos comentado. En el otro, en medio del campo, es donde está el faro.
No hay mucha vegetación, pero en un día soleado distinguirás el faro en el horizonte. Entre la construcción del siglo XIX y tú se extenderá una amplia zona salpicada de verde y amarillo que, al final, se junta con el intenso azul del cielo y del mar.
Casa del Gobernador
Es un edificio de dos plantas que en la actualidad alberga un hotel, y que se construyó como residencia del Gobernador. Se localiza en un lateral de la plaza, en un edificio austero pero singular.
Museo Nueva Tabarca
Se fundó en 2004 y ocupa un antiguo almacén destinado, sobre todo, a la pesca de atún. Relata la relación que han tenido con el entorno natural de la isla las poblaciones que en ella se han asentado, y expone también su riqueza terrestre y marina.
Torre de San José
Aunque fue en el siglo XVIII cuando los colonos habitaron la isla, fue bastante antes, por el siglo XV, cuando se propuso la construcción de un sistema defensivo que ayudase a salvaguardar las costas de la península de los corsarios berberiscos de Argel.
Supone el germen de esta construcción con base cuadrada, aunque es más reciente. Está en la parte deshabitada de la isla, donde también se localiza el faro, y en siglo XIX sirvió como prisión.
Cueva del Llop Marí
Es un tesoro natural escondido bajo las murallas mismas de la isla, y tiene dos accesos contiguos a los que se llega por mar, en alguna embarcación pequeña que pueda recorrer sus 100 metros. Es buena idea acercarse a ella para surcar las aguas que, recordemos, constituyen la primera reserva marina de España desde que se declaró como tal en 1986.
Si vas con algún autóctono, seguramente quiera contarte la leyenda popular que circula sobre ella. Y es que, según esta, la cueva es la guarida de un monstruo marino de cuerpo viscoso y una enorme boca llena de dientes que asola a los habitantes de la isla por las noches.
Playas y calas
Si vas a Tabarca en verano, opción predilecta de la mayoría de los turistas, es posible que contemples el turismo de sol y arena. Su playa es bastante extensa y ocupa el perímetro de la lengua de tierra que separa los dos terrenos de la isla, el habitado y el deshabitado.
Tienes varias calas también junto al faro, en caso de preferir la tranquilidad, y al otro lado del pueblo, pasando la Puerta de Tierra, está la Cala dels Birros. Este último, junto a los alrededores de la Cueva del Llop Marí, son excelentes opciones para hacer snorkel y descubrir la flora y la fauna marina, que le valieron la declaración de Reserva Marina.
Ya sabes qué ver en Tabarca, pero no te aconsejamos que te centres solo en admirar. Sumérgete en sus aguas, degusta su clásico caldero, pasea por sus calles y por su campo y, en definitiva, disfruta tu estancia en la isla.